preguntas frecuentes

General

Existen en el mundo unos 4 mil millones de hectáreas de bosque lo que representa el 31% de la superficie terrestre. Sin embargo, dicha superficie se reduce año tras año en unos 13 millones de ha como consecuencia de la deforestación (cambio de uso del suelo de bosque a otra actividad) principal causa del cambio climático.

El consumo mundial de madera se sitúa en los 3800 millones de metros cúbicos anuales y de acuerdo a FAO se incrementará un 60% hacia fines del año 2030. Esos incrementos en el consumo deberán abastecerse con bosques gestionados en forma sostenible y con nuevas plantaciones de bosques. Por esa razón los bosques plantados han aumentado su superficie ubicándose actualmente en unos 280 millones de hectáreas que abastecen el 35% de la demanda mundial de productos madereros. 

Una hectárea de bosque plantado produce entre 10 y 20 veces más madera que una hectárea de bosque nativo.

Actualmente existe en Uruguay, una superficie ocupada por bosques nativos de 850 mil hectáreas y 1.15 millones de hectáreas de bosques plantados, lo que suma un total de 2 millones de hectáreas de bosques.

La ley estableció un criterio de “suelos de prioridad forestal” sobre los cuales implementó un paquete de beneficios de orden impositivo y de financiamiento procurando la forestación en dichos sitios. Más del 75% de los bosques plantados se ubican en suelos de prioridad forestal.
Actualmente, los beneficios al desarrollo de nuevas plantaciones se han reducido exclusivamente a aquellas que se realicen en suelos de prioridad forestal y que tengan un destino productivo orientado a las industrias del aserrado y de los tableros de madera.
No existe ninguna Ley que prohíba la forestación en ningún sitio. De todos modos, cualquier plantación forestal mayor a las 40 hectáreas que se desee realizar, requiere de una autorización ambiental previa que es otorgada por la Dirección Nacional de Medio Ambiente

No se realizan plantaciones comerciales con especies autóctonas principalmente por sus ciclos de producción más largos y por su nula demanda en los mercados internacionales. Si se autoriza el manejo de los bosques nativos existentes en el país en la medida que planteen planes de manejo sostenibles y que sean autorizados por la Dirección General Forestal.

Empresas nacionales y extranjeras con industria forestal, productores agropecuarios, pequeñas y medianas empresas forestales, Instituciones nacionales y extranjeras que administran fondos de pensión, etc.

La ley estableció un criterio de “suelos de prioridad forestal” sobre los cuales implementó un paquete de beneficios de orden impositivo y de financiamiento procurando la forestación en dichos sitios. Más del 75% de los bosques plantados se ubican en suelos de prioridad forestal. Actualmente, los beneficios al desarrollo de nuevas plantaciones se han reducido exclusivamente a aquellas que se realicen en suelos de prioridad forestal y que tengan un destino productivo orientado a las industrias del aserrado y de los tableros de madera.

No existe ninguna Ley que prohíba la forestación en ningún sitio. De todos modos, cualquier plantación forestal mayor a las 100 hectáreas que se desee realizar, requiere de una autorización ambiental previa que es otorgada por la Dirección Nacional de Medio Ambiente

Uruguay dispone de un gran potencial para el desarrollo de nuevas plantaciones. Existen suelos en los que los árboles se desarrollan muy bien y la posibilidad de otro tipo de producciones es más limitada. En los últimos tres años el área cubierta por plantaciones se ha ido expandiendo a razón de unas 20 mil hectáreas por año. Dichas plantaciones en su mayoría (más del 60%) se realizan en predios de productores agropecuarios en integración con las demás producciones y en convenio con empresas forestales. De esa forma, los productores agregan un nuevo rubro de producción e ingresos a sus establecimientos y las empresas forestales disponen de materia prima para las industrias.

Ambiente

Las plantaciones forestales generalmente se realizan en lugares en donde las lluvias alcanzan niveles adecuados para sostener su crecimiento sin desabastecer de agua a las actividades circundantes con precipitaciones promedio superiores a los 1.000 mm anuales. En zonas de baja precipitación (menores a los 400 mm) no es recomendable plantar grandes masas forestales pero cada caso debe estudiarse en particular.

Los pozos de agua que se secan en los predios rurales normalmente son superficiales y pueden verse afectados por sequías, falta de mantenimiento, extracción excesiva o por cualquier otro cultivo.

En cuanto a cifras específicas, una hectárea forestada consume unos 17 metros cúbicos de agua al día en invierno, mientras que en verano consume 39 metros cúbicos. Las pasturas por otra parte consumen 15 metros cúbicos por hectárea al día en invierno, y 36 en verano.[1]

En el caso de una hectárea agrícola el consumo de agua es superior. En el caso de los cultivos de verano el consumo de agua oscila entre 25 y 44 metros cúbicos por hectárea [2]

[1] Tesis de maestría Leticia Martinez, UDELAR (2013)

[2] L. Giménez, M. García Petillo Agro ciencia, (2011) vol. 15 2:100-108.

Las plantaciones forestales no degradan los suelos. Los árboles se plantan en filas distanciadas unos tres metros y previo a su plantación se laborea solo la faja a plantar de un metro de ancho. Dicho laboreo a su vez es en profundidad removiendo una mínima capa de suelo. A su vez, dichas fajas siguen las curvas de nivel del terreno en forma perpendicular a la pendiente para evitar procesos erosivos. Hasta el momento de la cosecha (10 a 12 años después) el suelo permanece intocado. A su vez, los árboles interceptan las gotas de lluvia a través de sus copas, con lo que se enlentece la llegada del agua al suelo al igual que la velocidad de escurrimiento hacia las cañadas y arroyos. Dicho enlentecimiento del escurrimiento superficial evita la erosión de los suelos. El trabajo de investigación titulado Proyecto FPTA-210 “Efecto de la actividad forestal sobre los recursos suelos y aguas, en micro cuencas similares sometidas a distinto manejo” llevado adelante por la Universidad de la República y publicado en INIA Serie FPTA No. 32 año 2011 expresa “A partir del modelo USLE/RUSLE implementado para las condiciones locales en el software Erosión 5.0 (Hill et al., 2008), se determinó el riesgo de erosión en las cuatro micro cuencas bajo estudio, en distintas condiciones de pendiente y evaluando además la situación pre y pos cosecha de las micro cuencas del establecimiento Santo Tomás. De acuerdo a los resultados obtenidos, en ninguna de las situaciones se supera el monto de pérdida de suelo tolerable para los suelos dominantes, el cual es de 7 Mg/ha. Año.”

En relación a la extracción de nutrientes del suelo, otros estudios del Departamento de Suelos y Aguas de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, indican que durante la cosecha forestal, se retira del predio el 70% de la biomasa generada (es decir del material generado a través del crecimiento de los árboles) mientras que el 30% queda en el suelo. En cambio, con respecto a los minerales, la situación es inversa. La mayoría de los nutrientes extraídos se encuentran en las ramas, la corteza y las hojas que quedan en el sitio, con lo cual volverán a incorporarse al suelo a través del tiempo. Por esa razón se recomienda como práctica no eliminar ni extraer del sitio dichos materiales. Por otra parte esa pequeña porción de minerales que se utilizan para la forestación son fácilmente recuperables a través del reciclaje de nutrientes o del uso de enmiendas que se pueden fabricar. De hecho, el sector forestal ha mostrado un fuerte compromiso en el manejo del suelo, de modo de asegurar la sostenibilidad de la actividad.

Las plantaciones forestales normalmente ocupan entre el 60 y el 65% de los predios. El resto queda sin plantar y constituyen caminos, áreas cortafuego y zonas bajas. En general en estas zonas bajas se encuentra la mayor biodiversidad y zonas de interés de conservación. El estudio de dichas áreas por parte de las empresas ha permitido identificar especies de flora y fauna hasta ahora desconocidas o creídas extinguidas. La actividad forestal no solo ha contribuido a la conservación de la naturaleza sino también al conocimiento de estas áreas de estudio.

No. Las plantaciones forestales en el Uruguay no se realizan sustituyendo al bosque nativo. Dicha práctica está totalmente prohibida no solo por la legislación forestal nacional sino también por todos los estándares de certificación bajo los cuales son auditadas todas las plantaciones.

En nuestro país no se usa el bosque nativo para ningún proceso industrial de la madera, sino que se utiliza la madera de plantaciones forestales. Es decir, de árboles plantados específicamente para ese fin.

De hecho Uruguay es uno de los pocos países del mundo donde la superficie de bosque nativo, es decir de bosque no plantado por el hombre, creció en los últimos años, según datos de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Los datos oficiales señalan que Uruguay pasó de tener 670.000 hectáreas de bosque nativo a tener 850.000 hectáreas, en el transcurso de aplicación de la Ley Forestal.

En Uruguay el monte nativo se encuentra protegido por la ley forestal Nº 15.939, que establece la prohibición de su tala, a excepción de los casos en los que el producto de la explotación es para consumo interno del establecimiento agropecuario en el que se encuentra, o cuando se cuenta con un plan de manejo del monte nativo aprobado por la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.

Estas medidas han contribuido al incremento de la superficie ocupada por vegetación arbórea autóctona en Uruguay que pasó de 667.000 ha en 1990 a 850.000 ha en 2012.

En nuestro país, el Ministerio de ambiente a través de la Dirección Nacional de Control y Evaluación Ambiental realizan un seguimiento exhaustivo de todas las áreas que comprende el sector forestal. A su vez, las autorizaciones expedidas por dicho organismo previa a la plantación exigen el cumplimiento del Plan de manejo presentado y una serie de monitoreos para seguir la evolución de los principales recursos naturales involucrados en el sistema.

La actividad forestal respeta cabalmente la legislación nacional que permite el uso de agroquímicos, estableciendo buenas prácticas y los parámetros necesarios para cuidar el medio ambiente. La actividad forestal se caracteriza precisamente por no ser una actividad agrícola intensiva en el uso de agroquímicos. Al momento de la instalación del bosque se fertilizan los árboles y se aplican herbicidas para el control de las malezas. Cabe resaltar que en la actividad forestal no se realizan aplicaciones aéreas en casi ningún caso (práctica común en la actividad agrícola) ni aspersiones de insecticidas o fungicidas, que son agroquímicos de mayor impacto potencial en el ambiente que los herbicidas (el único insecticida que se aplica en la forestación es un hormiguicida de formulación sólida, un cebo aplicado en dosis mínimas). Luego del período de implantación (12 a 15 meses aproximadamente) y hasta el momento de la cosecha no se utiliza ningún tipo de agroquímico. El turno de la rotación (entendiendo por rotación el período que transcurre entre la plantación del bosque y su cosecha final) depende del objetivo productivo que se busca y obviamente de la velocidad de crecimiento de los árboles. En los suelos de la zona y con el objetivo de producir madera para celulosa los turnos se ubicarían entre los 10 y 14 años y cuando el objetivo es madera para la industria del aserrado o fabricación de tableros, pueden situarse entre los 18 y 24 años. Por esa razón la intensidad anual de uso de agroquímicos es significativamente inferior que en producciones agrícolas más intensivas. Además, más del 80% del área forestal del país está certificada por FSC, y por tanto en esas áreas solo se utilizan herbicidas autorizados por este sistema de certificación internacional, que es altamente exigente en que los productos utilizados sean los más inocuos para el ambiente.

Social

La actividad forestal respeta cabalmente la legislación nacional que permite el uso de agroquímicos, estableciendo buenas prácticas y los parámetros necesarios para cuidar el medio ambiente. La actividad forestal se caracteriza precisamente por no ser una actividad agrícola intensiva en el uso de agroquímicos. Al momento de la instalación del bosque se fertilizan los árboles y se aplican herbicidas para el control de las malezas. Cabe resaltar que en la actividad forestal no se realizan aplicaciones aéreas en casi ningún caso (práctica común en la actividad agrícola) ni aspersiones de insecticidas o fungicidas, que son agroquímicos de mayor impacto potencial en el ambiente que los herbicidas (el único insecticida que se aplica en la forestación es un hormiguicida de formulación sólida, un cebo aplicado en dosis mínimas). Luego del período de implantación (12 a 15 meses aproximadamente) y hasta el momento de la cosecha no se utiliza ningún tipo de agroquímico. El turno de la rotación (entendiendo por rotación el período que transcurre entre la plantación del bosque y su cosecha final) depende del objetivo productivo que se busca y obviamente de la velocidad de crecimiento de los árboles. En los suelos de la zona y con el objetivo de producir madera para celulosa los turnos se ubicarían entre los 10 y 14 años y cuando el objetivo es madera para la industria del aserrado o fabricación de tableros, pueden situarse entre los 18 y 24 años. Por esa razón la intensidad anual de uso de agroquímicos es significativamente inferior que en producciones agrícolas más intensivas. Además, más del 80% del área forestal del país está certificada por FSC, y por tanto en esas áreas solo se utilizan herbicidas autorizados por este sistema de certificación internacional, que es altamente exigente en que los productos utilizados sean los más inocuos para el ambiente.

No. El sector forestal ocupa más mano de obra que las actividades que anteriormente se desarrollaban en dichos predios. La diferencia mayor radica en que los trabajadores forestales suelen desarrollar sus jornadas de trabajo en los predios y al final de la misma regresan a los centros poblados más próximos. Son pocos los trabajadores forestales que viven en los establecimientos rurales ya que la mayoría de las tareas son realizadas por empresas de servicios contratadas por los propietarios de los bosques.

El desarrollo forestal mejoró sustancialmente las condiciones de vida del interior profundo del país, dando trabajo de calidad a personas que no lo tenían, y posibilitando a cientos familias a mantenerse en el interior del país. La forestación mejoró las remuneraciones de miles de familias en el interior, y logró integrar a las mujeres rurales en diferentes procesos productivos. Por ejemplo, el Vivero Santana de UPM emplea aproximadamente a 140 personas en forma directa, de las cuales se estima que un 60% son mujeres…

Integración Productiva

No. El sector tiene un interés genuino de promover, por un lado, la integración de los rubros agropecuarios, y por otro, involucrar y compartir el negocio con el productor rural uruguayo proporcionando el material genético a plantar (mejorado a través de sus programas de investigación) y la tecnología para la implantación y el manejo de los bosques. De esa forma, más de 800 productores agropecuarios incorporaron en los últimos años la forestación en parte de sus campos, constituyendo un claro ejemplo de integración productiva.
Como fruto de esta integración, el productor diversifica sus ingresos, agrega sombra y abrigo al establecimiento e incorpora a su negocio un proyecto de gran estabilidad económica y de largo plazo.

La forestación ha establecido estrechos vínculos con la producción apícola. Un alto número de colmenas están instaladas en predios con plantaciones forestales beneficiándose de sus floraciones y produciendo una miel diferente, de alta calidad y buena demanda en el mercado Internacional.

No. El sector forestal solo utiliza hormiguicidas y en formulación granulada y en dosis mínimas. Por esa razón no es probable que puedan generar algún tipo de daño a las abejas. Por el contrario, un número muy importante de colmenas del país producen miel en plantaciones de eucalipto en acuerdos entre productores forestales y apicultores.